jueves, 6 de agosto de 2009

Despidiendo a la Soltería


El sueño de toda novia es que su casamiento sea perfecto y por supuesto envidiable. Calculamos cada detalle para que todo esté impecable y finísimo…como nosotras. Lastimosamente toda la elegancia y el glamour se van al tacho a la hora en que nuestras amigas organizan nuestra despedida de soltera. Para este ritual salvaje previo a la boda, la única palabra que suena con fuerza es: CHABACANERÍA.

Con la misma dedicación con la que nosotras nos encargamos de preparar con nuestras madres y suegras el menú, las flores y la decoración del gran día, nuestras amigas ponen manos a la obra para preparar la antítesis de todo lo que elegimos y soñamos para nuestra boda.

Si nosotras elegimos un vestido etéreo y reeegio diseñado por Flor Soerensen capaz de hacernos sentir, al menos por una noche en nuestras vidas, que rivalizamos en elegancia con la misma Rania de Jordania; ellas se encargan de crear un engendro de vestido de novia denigrante destinado únicamente a HUMILLARNOS públicamente. Te maquillarán con labios de payasa con rouge de larga duración, te pondrán un mosquitero en la cabeza y alguna peluca despeinada, escribirán alguna frasecita subida de tono en tu frente con marcador permanente, te harán llevar un ramo hecho con consoladores y pepinos y te harán lucir alguna aberración confeccionada con lencería, trapos viejos y las prendas más valles que encuentren en su camino. No dudes que tus amigas saldrán divinas, con algún tulsito tierno o tiaras de princesa a modo de comparsa sexy que acompaña a la Reina Moma.

Si nosotras elegimos un menú gourmet con los platos más deliciosos y bellamente presentados ellas se encargan de conseguir (solo Dios sabe donde) chocolates con forma de pene, tortas con forma de tetas y todo un surtido de pepinos y cuantos vegetales fálicos encuentran en el súper. Alguna ingeniosa se quedará sin pulmones inflando preservativos a modo de globos decorativos que luego alguna desgraciada añadirá a tu atuendo.

Luego se encargan de proveer la “diversión”, que por supuesto no es un trío de cuerdas ni la orquesta del momento, sino el stripper más groncho que encuentran en plaza. A pesar de que les rogaste de rodillas que lo único que no querías en tu despedida era un show de strippers (como toda novia recatada y respetable intenta hacer), tus amigas (a quienes los preparativos previos las tienen incendiadas con una especie de fiebre descontrolada) ni locas se privarán del espectáculo. Acto seguido te dirán que solo van a tomar unos traguitos y divertirse entre amigas. Los “traguitos” evidentemente serán 10 shots de tequila destinados a dejarte indefensa para cuando aparezca el gorila peludo en tanga y con el cuerpo aceitado que probablemente llegue a la puerta disfrazado de bombero, o en el peor de los casos de zorro gris.

Y cuando ya te encontrás totalmente humillada, disfrazada de la novia de Frankenstein, borraaascha, con un pepino gigante en cada mano y un pesoca valle y burdo sacudiéndote el paquete en la cara, tus adorables amigas empiezan a sacarte fotos mientras rezás mentalmente mil rosarios para que no se le ocurra a ninguna desubicada subirlas al Facebook y taguearte.

Para rematar te sacan a humillarte públicamente por todos los locales más regios de la noche asuncena y vos estás tan ebria que te olvidás que parecés un travesti disfrazado de novia y te seguís creyendo divina pensando que todos se ríen contigo, cuando en realidad todos se están riendo DE vos. Lo más patético es que a esas alturas tus amigas ya no tienen que esmerarse para seguir humillándote ya que estás tan jugada que te abochornás solita haciendo vuelta estrella enfrente a Sky, bailando La Macarena enfrente a Bambudha, meneándote “hasta abajo” enfrente a Coyote solo para terminar desmayada en la fuente de Kandi con un hilo de baba chorreando de tu boca. Con un poco de suerte al día siguiente no recordarás nada del triste espectáculo que hiciste la noche anterior. Pero lo más probable es que la paz no durará mucho. A la tardecita empezará a sonar tu celular y una a una, tus amigas maquiavélicas empezarán a refrescarte la memoria con flashes informativos y cada patético instante de tu despedida de soltera volverá a tu mente hasta dejarte catatónica por el espanto.

Pero en el caso de los novios, el ritual es aún peor… es un auténtico tsunami de chabacanería en la cual “el hombre de nuestra vida” y todos los orangutanes de sus amigos sacan a relucir aquel gen latente de australopitecos que les quedó remanente en el ADN. Parece que este gen, se activa, y con fuerza, en el día de su despedida. Como nunca he estado presente en una despedida de soltero, no puedo opinar sobre lo que ocurre “detrás de las bambalinas”. Pero más de una noche me he topado con un hombre semiinconsciente, subido a la carrocería de una camioneta, exhibiendo tristemente mucho más de lo que quisiéramos ver, acompañado de un ejército de neandertales eufóricos y desenfrenados, muchas veces más ebrios que el novio y otras tantas con el mismo traje de Adán que lleva el novio. Lo que nunca olvidaré (y crean que he tratado muchas veces de borrar la escena de mi cabeza) es la vez que una camioneta que llevaba a una comparsa nudista de hombres borrachos, quedó parada enfrente a Coyote, y todos tuvieron que bajarse a empujar la camioneta como Dios los trajo al mundo. El resultado simplemente: PA-TE-TI-CO!

Salvador Dalí: Un pintor Gastro Estético

El excéntrico y polémico genio surrealista Salvador Dalí (1904 – 1989) cargaba sus obras de simbolismos y asociaciones inconscientes y oníricas. A través de ellas hizo patente sus influencias, sus amores y sus fobias. La comida, muy presente en la vida y en la producción del pintor, adoptó muchas formas en sus obras, en las cuales los alimentos, principalmente panes, huevos, leche, chuletas, sandías y pescados, servían como recursos simbólicos únicos al universo Daliniano. La manera casi obsesiva con la que los pintaba, delata su fascinación con la gastronomía, a la cual consideraba un arte, diciendo: “Cocinar y pintar son artes afines. Cuando cocino, añado un poco de esto y un poco de aquello. Es como si mezclase los colores.” Aseguraba además que el órgano más filosófico del hombre es la mandíbula pues es su contacto con la realidad.

Ya de pequeño, Dalí manifestó interés por la gastronomía, afirmando: “a los seis años quería ser cocinero. A los siete quería ser Napoleón. Desde entonces, mi ambición no dejó de crecer, como mi delirio de grandeza”. De niño, acostumbraba comer con su padre una delicia muy catalana: erizos de mar recién pescados en las aguas del Mediterráneo en el pequeño pueblo pesquero de Cadaqués. Como todo catalán era amante del buen comer. Este amor por la buena mesa lo llevó incluso a explorar el arte de la cocina, pasión que compartía con su esposa y musa Gala, publicando un libro “Les Diners de Gala” (Las Cenas de Gala).

Lo publico a los 68 años, cuando ya el mundo del Arte lo había consagrado como genio. Tal vez este libro fue una manera de cumplir aquel deseo infantil de ser cocinero. Su libro de cocina no podía estar exento de surrealismo, por lo que entre sus extravagantes recetas, incluye algunas imposibles, como la de cómo cocinar un ave viva sin que muera en el proceso. El libro está profusamente ilustrado con ilustraciones del artista y fotos que muestran los exuberantes platos artísticamente presentados por el pintor. Este libro revela la visión teatral que Dalí tenía de la gastronomía y su gran fetichismo culinario.

El libro contiene un total de 55 recetas. Para recopilarlas, Dalí recorrió los más famosos restaurantes parisinos: Maxim’s, Lasserres y La Tour d’Argent. Sus chefs colaboraron prestándole 21 de sus recetas más elaboradas para incluirlas en el libro. En Maxim’s le mostraron el menú que habían elaborado especialmente para una cena de gala realizada en 1971 en Persépolis con motivo de los 2500 años de la Fundación del Imperio Persa. Este festejo reunió a casas reales y jefes de estado de todo el mundo en una fastuosa cena organizada por el Sha Mohamed Reza Pahlevi y la emperatriz Farah Diva. Al leer el fabuloso menú, relacionó la cena de gala con el nombre de su musa surgiendo así la inspiración para el título de este libro de gastronomía Daliniana: “Les Diners de Gala”.

En el libro, Dalí inventa términos como “gastro estética” añadiendo: “Solo me gusta comer aquello que tiene una forma inteligible. Si odio a aquel detestable y degradante vegetal llamado espinaca, es porque es informe, como la Libertad.”

Pero la principal manera a través de las cual Dalí manifestó su fascinación por la gastronomía fue en sus pinturas. Para Dalí la comida es un símbolo y a la vez una fuente de inspiración.

Un ejemplo de esto es el hecho de que la idea de sus famosos relojes blandos le vino tras comer un queso camembert, cuyos restos quedaron sobre la mesa. Según el propio Dalí relata en su auto biografía “La vida Secreta de Salvador Dalí”, como era muy tarde miraba al reloj. Estaba meditando sobre los problemas filosóficos de las materias dura y blanda. Este pensamiento lo llevó a un cuadro inacabado suyo que mostraba un paisaje de un atardecer melancólico con un olivo seco y rocas. En un destello de originalidad se le ocurrió fundir el reloj de la pared y el queso camembert en una sola imagen. Así nació “La Persistencia de la Memoria” uno de los cuadros más icónicos del surrealismo y tal vez el más representativo de su obra.

Otro elemento recurrente en la obra de Dalí es el pan, la base de la alimentación de casi todas las culturas. El pan para Dalí era un símbolo de pureza, que por supuesto siempre ha estado ligado a la tradición religiosa como fruto de la tierra y del trabajo del hombre y símbolo de la carne de Cristo. En su obra “La Madonna de Port Lligat” el niño Jesús, tiene una abertura en su tórax donde se encuentra un pedazo de pan. Dalí lo describió como “un tabernáculo en el cuerpo de Jesús que contiene el pan sagrado”. En su “Última Cena” de 1955, Dalí hace del pan un protagonista del lienzo. El pan, junto al vino, es el único alimento que aparece en este cuadro. Dalí reduce los elementos simbólicos al mínimo, poniendo énfasis en el momento en que Cristo se despide de sus discípulos y tomando el pan, lo parte y lo ofrece a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed todos de él, este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros para el perdón de los pecados.”

A Dalí también se le ocurrieron otras maneras menos solmenes de utilizar al pan en sus obras, mandando a fabricar marcos de pan para sus cuadros. Incluso una vez pidió al célebre panadero francés Poilane, que hiciera una cama con mesas de luz de pan. Cuando el panadero le preguntó el porqué de esto, el excéntrico y divertido Dalí le contestó que era la única manera de saber si tenía ratones en casa. Para la feria de París de 1958, mandó hacer un pan de 12 metros y lo presentó en plena explanada de los Inválidos en otro de sus teatrales montajes.

El huevo, símbolo de fecundidad, también aparece repetidamente en sus cuadros. El huevo, que contiene el germen del sujeto por nacer, es algo que Dalí conecta a lo prenatal e intrauterino, simbolizando además la esperanza, pues el huevo protege toda la potencialidad del ser humano. En su cuadro “Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo" (1943) un nuevo hombre nace de un huevo, que es también la tierra, liberándose, al romper el huevo de su propio pasado.

En “ Gala con dos chuletas de cordero en equilibrio sobre el hombro” (1933) justifica la presencia de las chuletas diciendo: “me gustan las chuletas y me gusta mi mujer, no veo ninguna razón para no pintarlas juntas.” Aquí las chuletas juegan el papel de símbolos amatorios y representaciones oníricas del erotismo como alimento. Entre los dos, seguro que para Dalí, su gran musa era el manjar más exquisito.

La influencia artística y culinaria de Salvador Dalí incluso originó en tiempos recientes un movimiento llamado “Gourmet surrealista”, en el cual cocineros como Bob Blumer, se inspiran en el artista para crear con ingredientes comunes di­vertidos platos muy alejados de la realidad.

LA ÚLTIMA CENA EN EL TITANIC


Una fría madrugada del 15 de abril de 1912, al son de violines, el lujoso transatlántico Titanic se perdía en las profundidades del mar. En su lento descenso que duró 2 horas y 40 minutos hasta desaparecer, se perdieron 1517 vidas y solo lograron salvarse 706 personas. Para la mayoría de los pasajeros de esta sentenciada nave irónicamente considerada “insumergible”, la cena que disfrutaron la noche del 14 de Abril, sería su última.

Los pasajeros de primera clase disfrutaron una opulenta última cena. Esa noche, la mayoría de ellos habían sido invitados a una cena privada en el Restaurant Á la Carte, ofrecida por los Widener, pareja de millonarios norteamericanos, en homenaje al Capitán Edward John Smith. Este restaurant fue apodado “el Ritz” pues estaba dirigido por Luigi Gatti el anterior chef de los prestigiosos restaurantes del Ritz de Londres: el Adelphi y el Strand. Esa noche cenaron en un mundo de lujo. Las mesas alegradas por rosas y margaritas, recibían a un grupo espléndido de comensales. Bellas mujeres ataviadas en satén y seda acompañadas por sus elegantes parejas cenaron al son de Puccini y Tchaikovsky. La comida fue soberbia: caviar, langosta, codornices, uvas y duraznos frescos. La gélida noche era adornada por la luna y las estrellas que se reflejaban en un oscuro mar de cristal. Al terminar la alegre velada, el Dr. O’ Loughlin se paró y levantando su copa ofreció un brindis en honor “al Poderoso Titanic”.

El resto de los pasajeros de primera, disfrutó de una magnífica cena de 10 platos en el Salón Comedor de la primera clase, servidos en un ambiente de lujo y fastuosidad. De esta cocina se encargaba el chef francés Pierre Rousseau. Todos los detalles del Titanic habían sido cuidados para ofrecer el máximo lujo y confort. El menú había sido diseñado por Auguste Escoffier, el más importante chef de la época y padre de la nouvelle cuisine. Las bodegas y modernísimas cámaras de refrigeración del Titánic estaban repletas de las más variadas exquisiteces y aproximadamente 3500 botellas de vino y 2500 de Champagne. Las 50 mil piezas de vajilla, 29 mil piezas de cristalería y 44 mil de cubertería habían sido diseñadas especialmente para el Titanic. Toda la vajilla de primera clase tenía el borde bañado en oro de 24 quilates.

Imagínense la escena de las mujeres engalanadas en vestidos que acababan de comprar en París y joyas que brillaban bajo la luz de las arañas de cristal, acompañadas por hombres impecablemente ataviados con fracs bajando la gran escalera del Titanic. Los pasajeros de primera clase eran millonarios que acostumbraban viajar y se frecuentaban en sus idas y venidas a Europa. Algunos habían pagado el equivalente de 124.000 dólares para viajar en este palacio flotante, sin saber que sería también su tumba. Muchos de ellos ya se conocían. Ellos componían la créme de la créme de la sociedad de la época. A bordo viajaban John Jacob Astor (propietario del Waldorf Astoria), Benjamin Guggenheim (el padre de Peggy Guggenheim), Isidor e Ida Strauss (dueños de Macy’s) y por supuesto la insumergible Molly Brown.

Llegaban a los comedores donde les recibían mesas exquisitamente puestas con platería, copas de cristal tallado, platos de porcelana y narcisos frescos iluminados por la luz de las velas. El personal, impecablemente vestido, atendía a cada una de sus necesidades y caprichos. Las cenas eran acontecimientos sociales que podían durar horas. La entrada de la última cena de la primera clase estaba compuesta por: ostras, consomé Olga, Sopa Crema de Cebada, pichones asados con berro, paté de foie gras y salmón con salsa muselina con pepinos. El plato principal incluía: filet mignon, cordero a la menta, bife con papas chateau, abadejos, pollo a la lionesa con arroz y pavo al horno con salsa de arándanos. Finalmente los postres que incluía el budín a la Waldorf, duraznos con gelatina de Chartreube, éclairs de chocolate y vainilla y helado francés. Al terminar la cena los comensales disfrutaron de café y licores acompañados de frutas y nueces. La orquesta conducida por Wallace Hartley amenizaba el ambiente. Esta misma orquesta siguió tocando en el momento del desastre para que los pasajeros no perdieran la calma. Todos sus miembros fallecieron, tocando como última melodía, ya cuando el buque se hundía, el himno “Mas Cerca, Oh Dios, de ti”.

Los pasajeros de segunda clase disfrutaron de una cena menos elaborada y opípara, pero servida elegantemente. Debemos resaltar, que la segunda clase del Titanic, no tenía nada que envidiar a las primeras clases de los demás barcos de la época. La última noche pudieron elegir sopa o consomé, un plato principal con varias opciones de carnes, guarniciones y legumbres, seguido por budín de ciruela, helados, frutas y queso.

Los pasajeros de la tercera clase, comieron una cena sencilla en un ambiente para nada ostentoso, pero seguramente la mayoría la disfrutó como un auténtico manjar, teniendo en cuenta eran en su mayoría inmigrantes provenientes de ambientes de pobreza extrema y acostumbrados a pasar hambre. La mayoría de los barcos de la época obligaba a los pasajeros de tercera clase a llevar sus propias provistas y alimentos. Sin embargo, en el Titanic tenían un restaurante propio atendido por mozos que servían tres comidas por día. Hasta ofrecían platos Kosher para los pasajeros judíos. En su última cena comieron sopa de vegetales, con ragout de ternera, papas y pepinillos seguido por frutas. Podemos presumir que muchos de los pasajeros de la tercera clase cenaron mejor a bordo del Titanic de lo que habían cenado en sus vidas. Según el testimonio de las hermanas Mc Coys, pasajeras irlandesas de tercera clase que sobrevivieron al desastre, a bordo del Titanic comieron naranjas, frutas que nunca antes habían probado.

Solo dos menús sobrevivieron al naufragio en los bolsillos de dos sobrevivientes (uno de ellos subastado en el 2004 por 88.500 US$). Un libro de Rick Archibald y Dana McCauley llamado “The Last Dinner on the Titanic: Menus and Recipes from the Legendary Liner”, se inspiró en los testimonios y documentos para recrear con gran fidelidad la última noche en el Titanic. A partir de su publicación en 1997, numerosos hoteles y restaurantes de todo el mundo han recreado la cena de 10 platos del Restaurante de Primera Clase, para ofrecer a nostálgicos cenas Titánicas.

El legendario ship of dreams o barco de los sueños, como fue llamado, naufragó a pocas horas de la cena, arrastrando a las profundidades del océano Atlántico a las luminarias de una selecta elite de cosmopolitas y a los sueños y aspiraciones de una generación de inmigrantes que buscaban un futuro mejor. La última cena del Titánic es una elocuente metáfora para disfrutar de cada momento, como si fuese el último.

CITA A CIEGAS…ATRACCIÓN FATAL


A todas, aún a las más espléndidas, nos llega un momento en el que nos encontramos solas o terriblemente mal acompañadas y nos entra una especie de desesperación. Nuestro príncipe azul parece estar galopando en su corcel a toda velocidad, pero en dirección contraria. Ahí nos empieza a atacar el fantasma de la tía solterona. La que se quedó a vestir santos, a criar gatos o a recordar glorias pasadas al más puro estilo de la dramática Baby Jane. Al empezar a sentirnos solteronas en trámite no nos queda otro remedio que aceptar las sugerencias de nuestras amistades y embarcarnos en el terrible y patético reto de conocer “gente nueva” y terminar aceptando una o mejor dicho VARIAS citas a ciegas.

A pesar de que sabemos que dentro del género “gente nueva” se encuentra una infinidad de subtipos de mamarrachos y adefesios, nos armamos de coraje y empezamos a salir compulsivamente con todos los prospectos de alma gemela sin garantía que te presentan tus amigas, tus tías, tu madre o, en el peor de los casos, internet.

Ahí mismo terminás saliendo con el primo de la amiga, de la prima de tu amiga que a pesar de que te aseguraron que era el hombre ideal, en la cita te das cuenta que, tiene 38 y sigue viviendo con sus padres, te llega a la clavícula, disimula su incipiente calvicie con un patético combover y encima de todo eso cuando te habla treinta minutos ininterrumpidos sobre su pasión por la albirroja sesea terriblemente lanzzzandote escupitajos. Tras limpiarte la cara con la servilleta, empezás a maldecir el día en que aceptaste salir con este cavernícola y asumís el hecho de que este será el primer de muchos desastres.


Descartado el candidato de tu amiga, pasás al siguiente, el de tu madre. Gran error y lo peor de todo es que lo sabés de antemano. Los “candidatos” de las madres siempre son los peores. Pero como no te la vas a sacar de encima hasta que salgas con el hijo de su amiga no te queda más remedio que embarcarte en otra salida destinada al fracaso. Para convencerte seguro te dice que es de una familia “re bienuda”, “muy fino y buenmozo”, y todos esos adjetivos añejos que usan las madres para decir que es churro y tiene plata. Luego te cuenta, que su amiga le confesó que su hijo le dijo que no encontraba novia porque “las mujeres de este país están todas locas”. Y como vos no estás loca, simplemente desesperada, ambas madres se alían para unir las familias. Antes de que te pase a buscar ya estarán haciendo una lista mental de los invitados a la boda e imaginándose como se verán los nietitos. Acto seguido llega el hijo de la amiga en un auto fantástico, impecablemente vestido, el pelo perfecto, bronceadito y con un lomazo satánico, un bombonazo digno de ser hijo biológico de los Jolie- Pitt. Inmediatamente empezás a sonreir como pelotuda y a entretejer tus sueños de boda a los de ambas madres. ¡TON-TA! ¿Acaso te olvidaste que es el hijo de la amiga de tu mamá? En la cena, cuando te dés cuenta de que sabe más de moda que vos, se te va a prender la lamparita y comprenderás que el verdadero motivo por el cual no encuentra novia, es porque la “loca” es él, y como aún no ha salido del closet, su madre no lo sabe y le cree el cuento de que “las mujeres estamos todas locas”.

De pronto una se encuentra envuelta en un carrusel de ilusiones y decepciones. Las dos citas con las que empezaste se convirtieron en 40, en las cuales saliste con Pachuco Bailarín (el socio cachaquero y baboso de tu compañero de facultad), Mr. Big (el primo de tu amigo gay que tiene todo grande, el auto, la nariz y sobre todo el ego), Satánico Pandemonio (el metalero peli larguis que te llevó a tomar birras en un antro donde no querías ni apoyar tus zapatos), Kinder Sorpresa (el amigo de tu prima que parecía perfecto hasta que se rió y te encandiló su diente de oro), el Chico Migraña (el emo-looser que te presentó el novio de tu mejor amiga), Les Miserables (el mega looser compañero de trabajo de tu primo que te llevó al cine porque había una promoción 2 x 1, y al terminar te llevó a Mc Donald’s, donde remató sacando una calculadora en la caja para dividir lo que cada uno tenía que pagar). En síntesis, ya para la cita N° 20 una empieza a extrañar al hijo gay de la amiga de la madre…. Que al menos estaba re bien, compartía tus intereses y te llevó a cenar a un restaurante regio.


En la fase 2 de la desesperación. Cuando las 40 citas a ciegas han fracasado estrepitosamente. Decidís tomar al toro por los cuernos y recurrís, discretamente protegida por algún Nick sexy como gatita mimosa 23 (porque hay 22 pelotudas que se pusieron el mismo apodo antes que vos) a explorar las alternativas que ofrece internet, solo para constatar que el mundo virtual alberga más mamarrachos que el real. Los 100 mails que recibís en tu nueva cuenta revelan una amplia gama de geeks, nerds fans de Star Trek, degenerados sexuales, viejos verdes atrevidos, adolescentes calentones, inadaptados sociales y engendros con los cuales no compartirías ni siquiera la fila del supermercado. Tu computadora se transforma en una pecera a través de la cual te aparecen sapos y renacuajos mil veces más desesperados que vos y que jamás podrán convertirse en tu príncipe azul.


Como las mujeres somos perseverantes por naturaleza, no nos damos por vencidas y recomenzamos el suplicio de volver a embarcarnos en la enfermiza y patética sucesión de citas ciegas, bizcas y sordomudas. Como la esperanza es lo último que se pierde, seguimos jugando a la raspadita, y cada vez que nos sale “siga participando”, por más de que las probabilidades de ganar sean ínfimas, lo seguimos haciendo.


En la fase 3 (recuerden que la tercera es la vencida) la desesperación nos lleva a volver a aceptar las sugerencias de nuestras amistades. Como ya no confiamos en su criterio de selección, y hemos comprobado que aceptar una cita a ciegas constituye un serio peligro, aprendemos la sabia lección de filtrar previamente a los candidatos. Aquí les dejo unos tips de filtración infalibles:

1. Fijate muy bien en como describen tus amigas al “candidato” Si lo describen como Re bueno, sumale un re a feo. Agradeceles amablemente y gritá NEEXT!!!

2. Toda mujer del siglo XXI sabe que Facebook y Orkut son sus mejores aliados para filtrar al “candidato”. Ahí vas a ver sus mejores y peores fotos (sobre todo las que taguean sus amigos), sus intereses, gustos, actividades, etc.

3. Si aprobó los dos primeros puntos y decidís darle una oportunidad al salir con él tené preparada una salida de emergencia para escapar con gracia si el candidato resulta ser un indeseable. Pedile a una amiga que te llame al celular en una hora, con esa hora basta para saber si la cita va bien o no. Cuando te llame, según las circunstancias, podés responder la llamada saludando a tu amiga y hacer como si nada, o fingir que es tu mamá que te llama por una emergencia familiar que te permitirá correr como el correcaminos antes de que las cosas superen tu nivel de tolerancia. Recuerda que huir a tiempo no es cobardía.

4. Si se trata de un levante cibernético. Ultimá todas las precauciones. Citalo en un lugar discreto (para evitar que tus conocidos te vean por si te aparece vestido de Spock) y tené previstas dos llamadas de amigas por si tu criterio de filtración te falla en la primera hora.

5. Si todo va bien, pero simplemente no hay química y detectás que el “candidato” opina lo contrario, no te arriesgues a tener que lidiar con un acosador emocional que seguramente te acosará a llamadas y mensajitos patéticos y no correspondidos, cortá por lo sano. Te recomiendo que te memorices el número de algún delivery por si te llega a pedir el número de tu celular. Cuando te llame a tu supuesto número y le respondan Pancholo’s va a captar muy bien la indirecta.

6. Si todo sale bien, si saliste con el hombre perfecto de tus sueños, lo más probable es que seguís soñando. Esto no suele pasar en las citas a ciegas. Si llega a pasar, cruzá los dedos para que el reciba una llamada y tenga que salir corriendo como el correcaminos no sea él!!!